martes, 6 de mayo de 2014

si preguntan por mí diles que puedo hacer que todos tiemblen

Supongo que el mayor problema con el que choco siempre soy yo. O la pared en el caso de que reaccionen los puños. Es difícil escucharte gritar y amordazarte.
Y saber que no vas a saber callarte,
que no vas a poder callarte,
porque cómo coño se hace eso de callarse desde dentro,
cuando sabes perfectamente que acabarás rompiendo con todo.
Quizá es eso, un cambio de estructura. Perder las ganas nunca ayuda, menos aún tener claro que no pero saber que sí. No sé mentirme durante demasiado tiempo. Sé mantenerme inerte.
Inerte o que me dáis igual todos, vaya. No me considero una infeliz, tampoco cobarde.
Quizá debería aprender a esconder los dientes. Oh, la querida susceptibilidad,
¿habéis sentido alguna vez una extinción general con la mirada? Un 'pum, desapareced, panda de gilipollas'.
No cuido ni me dejo cuidar, es cierto,
quiero a cinco y no sé decírselo también,
pero mi querer se siente,
igual que habrán sentido un
"volved bien, venga", antes de cerrar la puerta.
Debería estar estudiando, es cierto.
Pero es complicado.

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