jueves, 7 de noviembre de 2013

pero.

Pórtate bien y jugarán sobre seguro.
Pórtate mal y jugarás sobre seguro.

Cuando yo iba a lo mío, y tú ibas a lo mío. Ahí yo era una niñata, una egoísta. 
Cuando no me despedía, cuando se me olvidaba sonreirte. ahí yo era lo peor que podía pasarte para tus amigos.
Cuando te acordabas de mí sin que yo me lo ganase. Ahí apostabas por mí, cuando para mí no eras prácticamente nadie.
Pero,
pasa que dejé de ir a lo mío,
pasa que dejé el egoísmo,
pasa que compartí contigo algún que otro beso, alguna tarde, algún cigarro,
pasa que el invierno necesita de las mantas,
el verano de los hielos,
mis manos de las tuyas,
(pero).

martes, 10 de septiembre de 2013

Decidimos jugar sin discutir las reglas, y.

Te has ido,(¿realmente lo has hecho?) "desaparecerías antes de hacerme daño", y resuena con cierto tono burlón- y de verdad lo siento- pero, ¿qué pasa si yo no quiero que te vayas? ¿que desaparezcas? What if(...)? Pero lo curioso es que yo tengo la culpa -"tan iguales y tan distintos"- pues aquí inaguro otra forma de autodestrucción.
Sí que hay daño, sí que escuece, te estoy echando de menos. No,  ni una lágrima (oh, vaya novedad). Y nadie lo sabe, nadie sabe del vacío, ni del daño, ni de la importancia que tenías - vaya, creo que ni yo, realmente-.
Me lo he buscado yo solita. Ahora solo me queda pedirte que estudies, espero que lo hagas -por ti, por tu padre, por mí, por tus metas, (por saber que quizá esté en tu cabeza cuando lo consigas, o quizá no, vaya)-. ¿Qué? No me mires así, ¿qué quieres que haga? Luché por quien no lo merecía, y me echas en cara una coraza que tú igualas. Si estamos así , es porque los dos (lo) hemos querido.
De querer, de adioses, de que posiblemente no volvamos a juntar caminos, con complejo de secantes.
Solo te pido que te cuides -que yo no he sabido hacerlo-, rodéate de gente que realmente merezca la pena, que esté a tu altura, deja la droga, ¿sí? déjala. Conviértete en lo que siempre has admirado, muestra debilidades (como hacías conmigo). Valórate. Quiérete. Admírate. Cuídate.

sábado, 20 de abril de 2013

Culo que se pierde por su culo.

Ese tío con el que es tan fácil echar de menos y te putea como el que más. El que te iba a bajar la luna, pero empezó por los leggins. El que te suplicaba que no te fueras, que te quedaras, y te acabo metiendo la patada. El que tiene esa sonrisa en torno a la cual gira todo tu sistema solar. El único que te entendía, por el que vivías, no sin sus buenos días. El que te llena los folios, y antes te llenaba el pecho. El que te escribió, por el que te jugaste el puto culo porque le perdías por el suyo. El que tardo tres días en cambiar de ojos, el que cada noche cambia de piel. Al que sigues queriendo cuidar, mientras te pisa, pero que mas da. La página que te niegas a pasar, y que él ya tiene quemada. El que te angustia por las noches. Al que le prometiste de corazón, y sin razón. Ese cabrón, ese. Mira que me lo avisé. Púdrete cabrón, púdrete conmigo.

lunes, 18 de marzo de 2013

Ese puto tren llevaba nuestros nombres.

Cogí el tren y estabas ahí. Y eras mi tren. Me esperabas a la salida, con tu piti de "me le enciendo y llega", y justo, y no me importaban los besos con sabor a tu vicio, no tan barato, oxidados. Tampoco me importaban los mordiscos con café de buenos días. Los besos gaseosos de caña con limón al mediodía en los 100M de Colombia. Pero, curioso y real, ni al tabaco, ni a la cerveza, ni al café me llegue a enganchar nunca. Me enganchaba de tus caderas y ya tenía bastante. Subsistía en ellas, como un drogadicto capaz de jugarse el culo, y soportar el mono, los gritos, la puta catástrofe que traías con tus idas. Y todo lo precioso de cuando venías. Cuando venía el tren, el que cogía para verte, en el que lloraba al final del día, con tus cartas en las manos, con los labios masacrados, con sabor a tu sangre en la boca, y agotada de pisotear Mdd. Caníbal, sí. O no. Solo te mordía a ti, pero arrasaba por verte.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Necesíto-te.

Sigo sin levantar cabeza. Sigo en la misma basura. "Necesito..." sin saber acabar la frase se repite demasiado. No sé qué necesito. O sí: saber qué necesito.
Irónicas vueltas al verbo. Irónicamente me suelen llevar a ti. Pero, eh, no necesito de ti. Quizá por eso te fuiste. Te dejé ir. Te eché. "Me importa una mierda si estás (pero podías quedarte)". Estúpida. Lo mismo no me importaba una mierda. O igual sí te necesitaba. De ti. De tus "eh, pequeña" que yo tanto aborrecía, de tus caladas, de esa epidermis que recubría tus labios y que tanto me gustaba arrancar con los míos, de tu espalda, de tu camisa al salir de la ducha. Igual sí.
Igual esos vuelcos que me daban al oír un 'te quiero' menos antes de colgar eran la única forma de hacerme latir. Desde que no estás no he vuelto a sentirle, te lo llevaste dejando un hueco en el pecho. Podías haber dejado una nota. Un "te debo un corazón". Un "vale por mordiscos". Un "creo que era más mío que tuyo, tía". Un "hija de puta, te dí hasta tabaco", incluso. Pero llévate este "igual era una mierda, pero estabas", lo necesito.

martes, 26 de febrero de 2013

Escribiéndote, por si apareces.

Cómo no pude darme cuenta. Me estaba metiendo en mierda. En tu mierda. En tus juegos tontos.
No era tuya, chico;  ni tu grupi, ni tu novia, ni tu nada. La nada más absoluta, absolutamente era.
Era. Pretérito. Putada. Te fuiste. O no. No pudiste irte, no éramos nada, pero éramos.
Teníamos un juego (tonto, sí). Tú me jodías, yo te jodía. Orgullo como primer nombre, luego ya si eso el mío. Pero estaba bien (jodida). Estaban bien los impulsos, el vacío, las sonrisas rotas, el frío y las corrientes que tapaban tus brazos, los arañazos en tu espalda para marcar territorio de nadie, los mordiscos sin compromiso. Benditos mordiscos. Bendita mentira, bendita hora en la que llegaste. Bendita en la que te fuiste. Bendita forma en la que arrasaste y benditas ruinas dejaste.
Me estoy volviendo cuerda de dar vueltas a la nada, a tu nada, joder.

domingo, 24 de febrero de 2013

Producto del cariño en bruto.

Qué narices, aquí estoy. Haciendo el 'qué se yo' más absoluto. Me voy a perder entre líneas que solo entenderé yo, y a veces ni eso. La función de este blog va  a ser simple. Simple desahogo. O no tan simple, a saber.
En el caso de que acabes aquí y te dediques a dedicarme aunque sean unos segundos y un mínimo esfuerzo por comprensión, enhorabuena, bien, bien. Puedes pasear por mis ruinas a tus anchas mientras que no hagas ruido, que no me gusta el eco en medio de tanto vacío.
Y bien, puedes dejar comentarios, pero no destroces más.
Siendo sinceros, qué narices, no sé qué hago aquí.
Atentamente, la que solia perderse entre tus sabanas, tu humo, y tus promesas que nunca cumplias.