miércoles, 27 de febrero de 2013

Necesíto-te.

Sigo sin levantar cabeza. Sigo en la misma basura. "Necesito..." sin saber acabar la frase se repite demasiado. No sé qué necesito. O sí: saber qué necesito.
Irónicas vueltas al verbo. Irónicamente me suelen llevar a ti. Pero, eh, no necesito de ti. Quizá por eso te fuiste. Te dejé ir. Te eché. "Me importa una mierda si estás (pero podías quedarte)". Estúpida. Lo mismo no me importaba una mierda. O igual sí te necesitaba. De ti. De tus "eh, pequeña" que yo tanto aborrecía, de tus caladas, de esa epidermis que recubría tus labios y que tanto me gustaba arrancar con los míos, de tu espalda, de tu camisa al salir de la ducha. Igual sí.
Igual esos vuelcos que me daban al oír un 'te quiero' menos antes de colgar eran la única forma de hacerme latir. Desde que no estás no he vuelto a sentirle, te lo llevaste dejando un hueco en el pecho. Podías haber dejado una nota. Un "te debo un corazón". Un "vale por mordiscos". Un "creo que era más mío que tuyo, tía". Un "hija de puta, te dí hasta tabaco", incluso. Pero llévate este "igual era una mierda, pero estabas", lo necesito.

martes, 26 de febrero de 2013

Escribiéndote, por si apareces.

Cómo no pude darme cuenta. Me estaba metiendo en mierda. En tu mierda. En tus juegos tontos.
No era tuya, chico;  ni tu grupi, ni tu novia, ni tu nada. La nada más absoluta, absolutamente era.
Era. Pretérito. Putada. Te fuiste. O no. No pudiste irte, no éramos nada, pero éramos.
Teníamos un juego (tonto, sí). Tú me jodías, yo te jodía. Orgullo como primer nombre, luego ya si eso el mío. Pero estaba bien (jodida). Estaban bien los impulsos, el vacío, las sonrisas rotas, el frío y las corrientes que tapaban tus brazos, los arañazos en tu espalda para marcar territorio de nadie, los mordiscos sin compromiso. Benditos mordiscos. Bendita mentira, bendita hora en la que llegaste. Bendita en la que te fuiste. Bendita forma en la que arrasaste y benditas ruinas dejaste.
Me estoy volviendo cuerda de dar vueltas a la nada, a tu nada, joder.

domingo, 24 de febrero de 2013

Producto del cariño en bruto.

Qué narices, aquí estoy. Haciendo el 'qué se yo' más absoluto. Me voy a perder entre líneas que solo entenderé yo, y a veces ni eso. La función de este blog va  a ser simple. Simple desahogo. O no tan simple, a saber.
En el caso de que acabes aquí y te dediques a dedicarme aunque sean unos segundos y un mínimo esfuerzo por comprensión, enhorabuena, bien, bien. Puedes pasear por mis ruinas a tus anchas mientras que no hagas ruido, que no me gusta el eco en medio de tanto vacío.
Y bien, puedes dejar comentarios, pero no destroces más.
Siendo sinceros, qué narices, no sé qué hago aquí.
Atentamente, la que solia perderse entre tus sabanas, tu humo, y tus promesas que nunca cumplias.