lunes, 18 de marzo de 2013

Ese puto tren llevaba nuestros nombres.

Cogí el tren y estabas ahí. Y eras mi tren. Me esperabas a la salida, con tu piti de "me le enciendo y llega", y justo, y no me importaban los besos con sabor a tu vicio, no tan barato, oxidados. Tampoco me importaban los mordiscos con café de buenos días. Los besos gaseosos de caña con limón al mediodía en los 100M de Colombia. Pero, curioso y real, ni al tabaco, ni a la cerveza, ni al café me llegue a enganchar nunca. Me enganchaba de tus caderas y ya tenía bastante. Subsistía en ellas, como un drogadicto capaz de jugarse el culo, y soportar el mono, los gritos, la puta catástrofe que traías con tus idas. Y todo lo precioso de cuando venías. Cuando venía el tren, el que cogía para verte, en el que lloraba al final del día, con tus cartas en las manos, con los labios masacrados, con sabor a tu sangre en la boca, y agotada de pisotear Mdd. Caníbal, sí. O no. Solo te mordía a ti, pero arrasaba por verte.

2 comentarios:

  1. Joder, que palabras tan bonitas, esta entrada es maravillosa y tan solo al entrar al blog ya he esperado una preciosa entrada y, solo la primera ya veo esto...
    Pásate por mi blog y dame tu opinion: rocket-to-the-sky.blogspot.com.es
    Besooos!!

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  2. Precioso el texto pareces estar en una pelicula!!
    Te pasas por mi blog y me dices que te parece ? besitos desde http://lifelikesacinderella.blogspot.com.es/

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